Vero o el placer del recuerdo

Vero o el placer del recuerdo
Los primeros rayos de sol del incipiente verano, estaban dejando en mi cada vez más promiscua calva, una sensación de escozor, que se mezclaba con un dolor cada agudo de cabeza, sin preludio de una de tantas jaquecas a las que soy propenso y hacen que tenga que refugiarme a oscuras en mi habitación sin más sonido que los latidos de mi corazón, testigo mudo de la soledad que me embarga desde que ella se había marchado; dejando como único testigo de su existencia, un par de libros de literatura francesa y aquellas horribles y tupidas cortinas en el salón que siempre había odiado, pero de las que ahora, me sentía incapaz de deshacerme.
Ya estaba cerca de casa, quitarme el traje, una ducha fría, una aspirina y un merecido descanso después de un largo día de infructuoso trabajo.
De pronto una sensación similar a la embriaguez me recorrió de arriba abajo, mi cabeza se volvió etérea, mis brazos pesados y finalmente mis piernas se negaron a soportar el resto de mi cuerpo, doblegándome de rodillas, sobre la sucia y transitada acera. Respire pesadamente, incapaz de incorporarme, esperando una mano que me alzara de nuevo al mundo de los vivos, pero nadie respondió a mi muda petición de auxilio. Podía ver a través de mis nublados ojos figuras deformes que se desplazaban a mi lado sin prestar la mas mínima consideración. No se cuanto pude estar así, segundos, minutos, a mi me parecieron horas, pesadas y monótonas, que se cargaban sobre mis hombros, hundiéndome cada vez más en una modorra mental mezcla de sueño y muerte.
– ¿Te encuentras bien? – una dulce voz que sonaba como emitida desde el interior de una cueva, me saco de mi cada vez más profundo trance.
– Estoy mareado – dije, haciendo un esfuerzo sobrehumano por aparentar entereza, sin conseguir con ello nada mas que un leve susurro de mis labios.
– Debes tener un bajón de tensión por el calor, sabes, tienes la calvorota toda roja y estas sudando como si hubieses corrido una maratón ¿Hay alguien ha quien pueda avisar?
Su voz sonaba dulce, tranquilizadora; e incapaz de distinguir con claridad su rostro, su aroma atravesaba mi nariz invadiendo mis cerebro de campos en flor y brisa de montaña, ¿como podía oler alguien tan bien en un día como aquel, con el calor mezclándose con el humo de los vehículos y la basura de los contenedores en descomposición.?
-Vivo aquí al lado en el portal 265, si me ayudas a levantarme te lo agradeceré eternamente.
Note como poniendo la cabeza bajo mi brazo, realizo un gran esfuerzo para conseguir alzarme, mas que gran esfuerzo tendría que decir titánico al descubrir una vez sobre mis pies que aquel ser apenas debía alcanzar el metro sesenta de estatura y pesar unos 50 kilos de peso, sobre todo si tenemos en cuenta que peso 85 kilos y mido 1,80.
Renqueantes llegamos hasta el portal de casa, busque en el bolsillo de la americana las llaves y no sin algún que otro titubeo abrí. Una bocanada de aire fresco desde el interior del edificio hizo que recobrara parte de las fuerzas perdidas. Con cada bocanada de aire se aclaraban las ideas, la vista y se renovaban las fuerzas.
– Gracias eres muy amable. – Ahora podía verla claramente de unos 28 años pelo corto negro azabache con un mechón de color rojo que tapaba parte de su ojo derecho. Rostro suave, labios gruesos y varios pendientes en cada oreja. Recordaba a aquellas muchachas anti-sistema de los noticiarios que salían protestando por todo mientras la policía carga con dureza.
– De gracias nada, por salvarte la vida me debes como mínimo una cerveza, ademas necesito reponer fuerzas pesas como el demonio, ¿a que piso? – dijo sin darme tiempo a replicar mientras abría la puerta del ascensor. -por cierto me llamo Vero, ¿y el tullido, tiene nombre?
– ¿Quién, qué..?, digo me llamo Fran, el octavo
– ¿Eres Fran el octavo de una dinastía, o vives en el octavo?
– No quiero decir que…
– Ya te entendí figura, solo te estaba tomando el pelo, bueno de eso no hay mucho que tomarte la verdad.
El ascensor había comenzado su ascenso, y una sensación de incomodidad, recorría recorría mi espalda, algo que a Vero no parecía disgustarle, o al menos eso se dejaba entrever en su picara sonrisa y ese brillo en los ojos similar al de un niño que esta a punto de hacer una travesura de la que se siente especialmente orgulloso.
Entramos en casa y deje caer el maletín y la americana al suelo del hall.
– ¿La cocina?
– Ahí – dije indicándole con el dedo la puerta de la izquierda. – sírvete tu misma, la nevera no esta muy llena pero no faltan cervezas.
– ¡Joder! de importación, vaya lujo, como se lo gasta la incipiente burguesía.
– Tráeme algo frío a mi también tengo ganas de refrescarme.
– Ni de coña, tal y como estás no deberías tomar nada frío, lo mejor es que te des una ducha de agua tibia para enfriar un poco el cuerpo.
– No sabia que fueses enfermera, pero no te preocupes ya estoy un poco mejor, en unos minutos estaré como nuevo.
– ¡No, no! tu ¡enfermera! te ordena que te des una ducha rápida, no me apetece marcharme sabiendo que dejo un hombre moribundo detrás de mi, no podría soportarlo, ¿No se si me entiendes?
– Ok, pero puedo firme de ti, una desconocida sola en mi casa, no serás una psicópata.
– ¡Anda no me jodas! seguro que eran mucho mejores todos los julais encorbatados y pijas con perfume de Channel que ni se m*****aban en mirarte cuando estabas tirado, ¿sabes que te digo? que te jodan macho, hechas una mano y aun por encima te tildan de delincuente, sois todos iguales, solo os fijáis en las apariencias y así os va.
– Tienes razón , te pido perdón
– Que te jodan
– Perdóname por favor, siéntate y ponte cómoda, como si estuvieras en tu casa, yo voy ha darme una ducha, tú siéntete libre de hacer lo que quieras, con toda confianza.
– Me pondré cómoda si me da la gana – refunfuño mientras se tiraba en el sofá con una cerveza en la mano y alcanzando el mando de la tele con la otra.
Cuando el agua cayo sobre mi cuerpo desnudo, me sentí renacer, apoye las manos contra la pared de la ducha y deje que un potente chorro, desembocara sobre mi cabeza, resbalando por todo mi cuerpo. Cerré los ojos olvidando la preocupación todavía latente de que cuando saliera del baño Vero habría desaparecido, junto con el portátil, el móvil y la cartera. Seré capullo
Una mano se poso en mi espalda, y salí de mi trance, asustado esperando la puñalada final como en psicosis, pero no, la mano siguió descendiendo lentamente por mi brazo hasta mi mano y empujándome levemente hizo que me diera la vuelta.
Vero desnuda frente a mi sonreía, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos. Bella como una obra de arte cándida, hermosa, de cuerpo moreno pechos pequeños pero firmes, del tamaño de un melocotón, culo respingón, y con una pequeña mata de pelo en el pubis, que me hizo soltar una pequeña sonrisa.
– De que te ríes tonto, -dijo empleando un tono seductor
– Siempre imagine que las mujeres como tu tendrían una melena a lo afro, ya sabes, muerte a las maquinillas
– Claro mira que rico, o sea que las mujeres como yo somos unas guarras, tu si que sabes decirle cosas bonitas a una chica majo, me tienes loquita. Primero tengo que soportar el sudor de tu sobaco en mi cuello, luego que me llames ladrona y ahora guarra
– Perdona
– Esa es la palabra que mejor sabes, debes haberla repetido mucho en tu vida, tanto que ya no tiene ningún valor, estas delante de una mujer mas joven que tu, sin animo de desmerecer a nadie estoy muy buena, desnuda en tu ducha, solo falta que te grite que me folles, y mírate, ni siquiera estás empalmado, mi gozo en un pozo.
– Me pillas de improviso no había contado…
– Todos los hombres sois iguales, pasáis media vida soñando con un momento como este, maquinando cada pequeño detalle, babeando mientras se os pone dura, y cuando de verdad llega el momento, ¡traka!, nada de nada, si al final tenemos que hacerlo nosotras todo.
Se agacho rápidamente y agarrándome la polla con fuerza, se la metió de golpe en la boca y comenzó a chupar con fuerza. Un impulso de excitación me lanzo de espaldas a la pared, mientras notaba como mi pene se hinchaba con cada lametón. Su mano comenzó a agitarse con fuerza, en una paja como nunca me había hecho, mientras su lengua lasciva recorría con vicio cada milímetro de mi glande.
– Al señor le gusta así, o prefiere probar algo diferente,- y agarrándome por el culo me dio la vuelta, metió su mano entre mis piernas y comenzó a zurrármela como si de ordeñar a una vaca se tratase,- agáchate un poco ternerito.
Me doble sobre la cintura y note como su lengua recorría todo mi culo, hasta terminar en mi ano, primero con lametones suaves para finalmente violarlo con su lengua con tal pasión y fuerza que a punto estuve de correrme.
– Tranquilo, – dijo Vero al notar como mis pelotas comenzaban a contraerse y mis gemidos se hacían cada vez mas audibles.- aun no queremos que te relajes, además con los favores que te he realizado hoy, me debes algo mas que una cerveza cabrón, yo diría que por lo menos dos orgasmos, y no de los pequeñitos, quiero correrme como una loca.
La ayude a levantarse con ímpetu del suelo de la ducha mientras le hundía la lengua hasta la garganta, empujándola contra la pared, aprisionándola contra mi cuerpo, y metiendo mi polla, dura como una barra de acero entre sus piernas y su coño. Mis manos comenzaron a acariciar su turgentes pechos, pronto mi lengua les siguió, lamiendo y aspirando cada uno de sus pezones, esperando que de ellos pudiese manar un manantial de ambrosía, a cada lametón se endurecían como alfileres y los gemidos de Vero aumentaban de forma exponencial indicando un aumento de su libido.
Sus manos se apoyaron en mi cabeza mientras seguía jugueteando con su pechos, y comenzaron a empujarme mas abajo – cómeme el coño, ahora vamos, cómetelo – disciplinado y feliz sin dudar un instante me “inque” de rodillas puse una de sus piernas sobre mi hombro y hundí toda mi lengua en su coño. Un suave néctar inundo mi paladar, poniéndome todavía más cachondo, sentía como si mi rabo fuera a estallar en cualquier momento incapaz de contener tanta presión, mi lengua recorría con firmeza su clítoris hinchado por la excitación. Metí en dedo anular en su vagina, y note como se deslizaba suavemente, arriba y abajo, arriba y abajo, y ahora también el indice, los dos dedos entraban con suma facilidad mientras los oprimía suavemente desde el interior contra su cérvix, buscando su punto G.
– ¡Sigue, sigue sigue!, joder que bien ¡dame mas!, ¡me corro!, ¡¡joder me corro!!, ¡¡¡sigue sigue!!!, ¡¡¡¡me voyyyy!!!!.- Un alarido de pasión se escapo de su garganta alzaba su cabeza y sus piernas se contraían espasmódicamente.
Suavice el ritmo poco a poco hasta detenerme, me alce y apretándola con fuerza contra mi pecho. La bese suavemente dejando que mi lengua recorriese con delicadeza cada parte de su boca, deteniéndome con mimo en cada diente, jugando con dulzura con su lengua derrotada por la extenuación.
– No te relajes mi pollita, te dije como mínimo dos orgasmos, y aunque este a estado de puta madre, sigue contando como uno. A tu favor he decir que mueves de puta madre la lengua, a ver que tal lo haces con la colita, por que no vamos a un sitio mas cómodo.
Salimos de la ducha empapados, deteniéndonos en cada esquina de la casa para besarnos y restregar nuestro cuerpos locos de pasión, mientras ella me guiaba de un lado al otro agarrándome la polla como se agarra la correa de un perro al que sacas de paseo. La tire de un empujón el la cama con el juicio totalmente perdido por la lujuria.
– Métemela, fóllame, demuestra lo que sabes – grito lasciva, con los ojos encendidos.
Me arrodille delante de su cuerpo recostado sobre la cama, y agarrando sus piernas la empuje con firmeza hacia mi, hasta que su delicioso coño toco la punta de mi rabo. No podía más era un Mihura desbocado, que debe cumplir con su tarea aunque le suponga la muerte, y la penetre. Mi polla se abrió paso a través de su vagina mientras ambos gemíamos de placer. Era exquisito, maravilloso, dulce, suave. Cada vez con mas fiereza, dejando deslizar mi nabo dentro de su húmedo, carnal y caliente coño.
– ¿Te gusta así?, ¿lo quieres más fuerte?
– Sigue así, sigue así – decía mientras su mano masturbaba frenéticamente su clítoris.
Sin mediar palabra con un gesto espasmódico de incorporó y cargando sobre mis hombros me tumbo sobre la cama, quedando ella encima.
– Te voy a enseñar como se cabalga vaquero. – Y comenzó a mover sus caderas adelante y atrás, con un ritmo hipnotizador.- sabes que me apetece-
– No ¿qué?
– Que me petes el culo, con ese pollón que tienes – sin más se levanto de golpe dejado mi polla desnuda a punto de correrse y avanzando sobre sus piernas sentó su trasero sobre mi cara.- cómeme el culo, vamos quiero que me lo pongas cachondo para que entre toda tu polla.
Deje que mi lengua repasara cada punto de su ano, le metí la lengua hasta el fondo y, en cuanto hoy – “méteme un dedo” -, la ensarte suavemente con el indice hasta la segunda falange.
– Que bien, que bien ¡muévelo, muévelo!- repetía mientras se masturbaba – o si, la quiero toda dentro, la quiero en mi culo.
Se levantó y poniéndose nuevamente de cuclillas sobre mi rabo, se fue dejando caer suavemente. Mi glande rozo su ano y un gemido de placer se escapo de mis labios. Abrió las nalgas ayudándose de las manos y todo su peso cayo sobre mi polla. Primero una presión sobre la punta de la polla, un gemido de dolor y lascivia de los labios de Vero y finalmente un último empujón y toda la polla se coló por aquel perfecto culo.
Un fuerte gemido se escapo de nuestras bocas y Vero comenzó a moverse suave al principio y poco a poco mas fuerte, más fuerte.
– Hazme una paja con la mano, ahora rápido. – puse mi dedo gordo en su clítoris y comenzé a masajearlo, estaba hipnotizado viendo como se revolvía cabalgando mi rabo en su culo.
– Me corro otra vez, no pares, sigue, me siento llena, me gusta que me follen el culo, sigue, sigue, me corro, joder me corro, sigue fuerte ¡¡¡me corroooo!!!!
Su cuerpo convulsiono en un espasmo tan fuerte que parecía que fuese a partirse
lo que provocaba que mi rabo se hundiese cada vez más fuerte en su culo, lo que le provocaba mas espasmos y placer mientras sus gritos resonaban con estruendo en todo el piso.
Cuando se calmo un poco me miro con ternura a los ojos y me dijo.
– Tu has cumplido tu parte, y ahora yo voy a darte un regalo de despedida- Me acercó el dedo corazón de su mano derecha y lo metió en mi boca – chúpalo, mójalo bien, límpialo con la lengua, necesita estar bien lubricado- y con suavidad comenzó a mover las caderas de nuevo – vas a correrte como nunca antes en tu vida – y contorneandose sobre su figura llevo su mano hasta la entrada de mi culo, – sube un poco las piernas campeón, te prometo que no me vas a olvidar fácilmente – obedecí sin rechistar, hubiera hecho todo lo que me ordenase en ese momento – su dedo corazón hasta hace un momento en mi boca, rozaba suavemente mi ano, que se contraía fruto del placer, una suave presión y poco a poco notas como todo el dedo penetra en tu cuerpo, dios que placer, aprietas las caderas y mi polla se hunde más en su culo, mientras el dedo me taladra de una forma maravillosa, y de pronto en sumun de la excitación, en el punto mas álgido del placer, una presión en el interior del culo sientes como las pelotas se te contraen, ya no puedes contenerlo…
– ¡¡¡¡¡Diossssssss!!!!,- sentí como litros de semen salían a presión por mi polla,- ¡¡¡¡¡¡¡diossss, me corrooooo!!!!- con cada sacudida mas placer, mas semen saliendo de mi, sentía como mi cabeza se desvanecía, los ojos se nublaban y perdía el sentido de puro placer.
– Dios no tiene nada que ver cariño, es Vero la que sabe hacer magia con el dedo. Tu me das placer, yo te correspondo, así es como debería funcionar todo.
Nos quedamos abrazados hasta que me dormí, cuando desperté, pasados unas horas, Vero ya no estaba. Encima de la mesa de la sala el ordenador encendido tenía un mensaje en la pantalla. “Gracias por todo Fran, un beso Vero”
Hoy he visto por la televisión las revueltas de los antisistema, y por un momento me ha parecido verla, tal vez no lo sé, tenias razón Vero, aun no he podido olvidarte.
Hoy he arrancado las putas cortinas del salón, y he cambiado mi traje por un pantalón vaquero y una camiseta, y me siento fenomenal.

Fin

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